Canadá

Canadá endurece su política migratoria

El primer ministro Mark Carney presentó el Presupuesto Federal 2025 con un anuncio que marcó un antes y un después en la política migratoria canadiense: el país reducirá el número de migrantes temporales de 673.000 a 385.000

De manera paralela, Quebec, la provincia más grande, eliminó abruptamente el Programa de Experiencia Quebequense (PEQ) y anunció un recorte significativo en su meta de inmigración permanente, limitando a 45.000 los nuevos residentes por año, 16.000 menos de lo inicialmente previsto.

La pregunta es inevitable: ¿está el gobierno canadiense poniendo fin al llamado “sueño canadiense”?


Un cambio que sacude proyectos de vida

La presentación del Plan de Niveles de Inmigración 2025-2026 ha provocado una ola de críticas por parte de abogados, defensores de derechos humanos y comunidades migrantes. Muchos de ellos confiaron en programas oficiales que hoy desaparecen, dejando su futuro en un limbo legal y emocional.

Según Statistics Canada, la inmigración económica permanente representará el 64 % del total en 2027 y 2028, la proporción más alta en décadas. Este giro evidencia que Canadá priorizará cada vez más a los inmigrantes por razones económicas, relegando otras categorías como la reunificación familiar y la protección a refugiados.

Estas decisiones se inscriben en un contexto global marcado por políticas migratorias más restrictivas y discursos cada vez más xenófobos, que suelen reducir el fenómeno migratorio a cifras, ignorando que detrás de cada número hay personas, familias y trayectorias de vida.


Impacto económico y contradicciones del sistema

Especialistas advierten que la reducción de inmigrantes permanentes podría tener efectos directos en la economía local, disminuyendo la demanda interna y afectando sectores como la vivienda, el comercio y los servicios.

El abogado y consultor Yves Martineau, miembro de la Asociación de Abogados de Inmigración de Quebec, participó recientemente en una sesión de la Asamblea Nacional donde se debatió el rumbo migratorio de los próximos cuatro años.

Para Martineau, la diferencia con recortes anteriores es profunda:

“Esta vez, las personas ya están aquí. Han construido sus vidas, trabajan, pagan impuestos. De un día para otro, las reglas cambian. Legalmente es posible, pero no necesariamente justo”.

El abogado también señala una contradicción evidente: mientras se restringen programas de regularización, el gobierno sigue financiando iniciativas como Quebec en tête, que recluta profesionales en países como Francia y Brasil, sin advertir sobre la actual incertidumbre migratoria.

“¿Qué sentido tiene atraer nuevos talentos si se cierran las puertas a quienes ya viven y aportan al país?”, cuestiona.


“No somos cifras, somos familias”

“No a la abolición del PEQ sin transición”, “No somos números, somos familias”. Estas consignas han acompañado las manifestaciones masivas en Montreal, organizadas por el colectivo Le Québec c’est nous aussi (Quebec también somos nosotros).

Más de 50.000 personas marcharon contra las políticas gubernamentales que, según sindicatos y organizaciones civiles, debilitan derechos laborales y reducen servicios públicos.

La movilización surgió tras el anuncio del primer ministro François Legault de eliminar el PEQ, una vía clave para que trabajadores temporales y estudiantes internacionales accedieran a la residencia permanente.


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Historias que reflejan la incertidumbre

Zakaria Selmani, microbiólogo y artista argelino, llegó a Montreal para estudiar fotografía. Tras completar su formación, la decisión del gobierno cambió radicalmente sus planes.

“Pedimos una cláusula de derechos adquiridos. Hemos invertido tiempo, esfuerzo e integración en esta sociedad”, explica.

Por su parte, Iryna Orishchak, gineco-obstetra ucraniana, llegó a Canadá con su hija y su esposo huyendo de la guerra. Aunque agradece la seguridad, lamenta la lentitud y rigidez del sistema migratorio.

“Canadá necesita médicos. Facilitar la transición no solo beneficia al sistema de salud, también brinda estabilidad a familias que ya contribuyen al país”, sostiene.

En Toronto, Carlos Morales, ingeniero colombiano, vivió meses de angustia tras perder su empleo y depender de un permiso de trabajo cerrado. Aunque logró regularizar su situación, insiste en que el sistema debería priorizar a quienes ya están dentro del país.


¿Son los inmigrantes la causa de los problemas?

Para Jhonathan Valencia, ingeniero mecánico con casi diez años de experiencia en Quebec, el discurso público se ha vuelto más hostil.

“Se nos señala como responsables de las crisis, cuando sostenemos sectores clave de la economía”, afirma.

Las cifras respaldan su preocupación: entre enero y septiembre de 2025 llegaron 158.660 trabajadores menos que en el mismo periodo de 2024, una caída del 48 %.

La falta de respuestas oficiales sobre los procesos de residencia permanente genera una incertidumbre constante que afecta incluso decisiones personales profundas, como formar una familia.


¿Puertas cerradas o puentes por construir?

Mientras Canadá ajusta su política migratoria, las historias de Iryna, Jhonathan, Zakaria y Carlos recuerdan que detrás de cada estadística hay vidas en juego.

Canadá sigue proyectándose como un país multicultural y abierto, pero para muchos que ya llegaron, las puertas parecen cerrarse sin previo aviso.

La encrucijada es política, pero el impacto es humano. La decisión que tome el país definirá si opta por levantar muros o construir puentes que le permitan crecer junto a quienes sueñan con hacer del norte su hogar.


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